Ser una mujer virtuosa es para todas.

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Una mujer virtuosa añade valor a su entorno.

Hacer el bien es posible para todas.

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Valor no se trata de lo que hago, sino de cómo lo hago.

Una mujer virtuosa vive para algo más grande que ella.

Una mujer virtuosa ve el potencial y lo desarrolla.

La actitud con la que me visto impacta el resultado de lo que emprendo.

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Una mujer virtuosa reconoce la capacidad que Dios le ha dado y florece en ella.

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Una mujer virtuosa vive con el corazón lleno del cielo y las manos ocupadas en la tierra.

Una mujer virtuosa hace más allá de lo esperado.

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Una mujer virtuosa que invierte en ella podrá invertir generosamente en los demás.

Una mujer virtuosa resalta la virtud de otros.

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Una mujer virtuosa vive plenamente y no solo sobrevive.

Una mujer virtuosa sabe que su belleza interna nunca necesita maquillaje.

Una mujer virtuosa aumenta su influencia cuando es excelente en cómo se expresa.

A veces es necesario hacer algo que nunca he hecho para tener algo que nunca he tenido.

Una mujer virtuosa vive para agradar a Dios.

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Cuando vivo para Jesús, mi belleza nunca se desvanecerá.