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Donde quiero estar - Lindsay Muñóz

Actualizado: 30 oct 2020

Pastora en Más Vida Querétaro

 

“Yo, hmmm, lo que trato de decir es que tal vez necesitemos un tiempo.” No sabía cómo decirle esas horribles palabras a mi novio de aquel tiempo. Él era un hombre increíble, pero siempre me despertarba en las noches con pánico e inseguridad acerca de nuestra relación. Sentía que él no era “el correcto” por muchos meses. No quería perder la seguridad que nuestra relación me había dado y de mis planes a futuro. El silencio se interrumpió cuando él me contestó “si” y colgó el agresivamente teléfono. Lloré mucho, ¿Qué planes tenía Dios ahora para mi futuro? Sentía que tenía que reiniciar mi vida a mis veintitantos.


“Toma, aquí está el contrato, por favor firma aquí y acá." Revisé el contrato y justo cuando me di cuenta de qué se trataba mi corazón se salió de pronto de mi pecho. Era un contrato de renuncia, una renuncia obligada. “Pero, yo no estoy renunciando” dije con una voz muy suave y casi entre lágrimas, pensando cómo llegué hasta ese punto. “La dirección dijo que renunciabas y si eliges no firmar, tendremos que despedirte.” El mundo se paralizó por completo para mí, sintiendo que cada minuto se hacía más largo que el anterior. Realmente necesitaba ese trabajo. ¿Dios, por qué permitirías que algo así me pasara?


Qué hermosa es, nació a la 1:09pm…” Miré a mi bebé recién nacida, tratando de caer en cuenta que ahora ya era una madre. La miré y algo muy profundo se rompió dentro de mí. No la vi de la manera que las madres vean a sus bebés, no con ese profundo amor y pasión. No fue amor a primera vista. Estaba exhausta, no podía pararme ni moverme por mis propias fuerzas, mi cuerpo estaba muy cansado. Los primeros meses de ser una madre primeriza fueron una pesadilla. No podía dormir ni descansar en las noches, mis días eran solitarios y derramaba lágrimas constantemente en el mismo baño oscuro. ¿Dios, por qué ser madre es un regalo hermoso e increíble para el resto de las mujeres pero no lo es para mí? ¿Dios, dónde estás en medio de todo este dolor cuando debería sentirme tan contenta?


“A tu abuelo sólo le quedan pocos días de vida, entendemos si no puedes venir al funeral.” escuché decir a mis padres al otro lado de la línea miles de kilómetros de distancia. “Okay…” respondí. Todo se volvió frustración, "¿De verdad Dios?" grité en voz alta. Otro miembro más de la familia que mis hijos no podrán conocer, todos esos recuerdos perdidos que nunca sucedieron por decisiones que tomé. Decidí vivir en otro país y dejar a mi familia, decidí adoptar unos niños que no pueden salir del país. Todo esto es acerca de mis decisiones de fe, decisiones que tomé por Dios. De verdad tenía paz al tomar esas decisiones pero ¿Dónde está la paz ahora?


“Ustedes han sido sus padres. Ella creció con ustedes, está herida y mi labor es ayudarla lo mejor que pueda. Ella los extraña muchísimo.” Trato de explicarles a una pareja que eran parte de la vida de mi hija adolescente durante toda su niñez. Tengo el privilegio de llamarla hija hoy, pero a un costo muy alto de su parte. Ella perdió muchísimo a una edad tan corta, sus padres biológicos, sus tutores, sus amigos, su escuela y sus hermanos. Mi corazón se rompe en pedacitos por ella, no puedo explicar el profundo sentimiento de dolor y pérdida que siento por ella, pero nadie me dijo lo caótico que esto se vuelve. Nadie me dijo que es el regalo más hermoso que uno puede recibir en l vida pero que también está envuelto en mucho dolor y pérdida. ¿Dónde estás Señor? ¿Dónde estas en medio de este dolor y traumas?


He experimentado muchas pérdidas, más de las que puedo plasmar aquí. Y estoy segura que tú has tenido temporadas y momentos de pérdida también. ¿Acaso la vida sólo se trata de experimentar y tener dificultades, pérdidas y dolor profundo?


Estas mismas preguntas y sentido de pérdida y dolor experimentó María, una gran amiga de Jesús, Su hermano Lázaro, quien era el mejor amigo de Jesús enfermó gravemente y falleció antes de que Jesús llegara. María corrió hacia Jesús, calló a sus pies demandando y reclamándole por qué no había llegado antes, de haber sido así, su hermano seguiría con vida. (Juan 11:32). Ella está devastada, inconsolable y lastimada. ¿Dónde estaba Jesús? ¿Por qué no vino antes? ¿Por qué permitió que su mejor amigo falleciera?


La Biblia dice “Jesús al verla llorando se estremeció en espíritu y se conmovió” (Juan 11:33). En medio de todo nuestro dolor, inseguridades y preguntas, Jesús no se impresiona, Él permanece en calma. Jesús no huye, Él se acerca más, escucha atentamente y se conmueve en medio de nuestro dolor y pérdida. Nuestro llanto no le estorba, Él nos encuentra en medio de ese proceso doloroso justo como lo hizo con María. Él escucha, Él siente, Él llora contigo.


Podemos aprender de María cuando la vida se pone difícil y tenemos que enfrentar situaciones de pérdida. Hay que correr como María, correr hacia Jesús en oración, leyendo su palabra, cantándole, o buscar cualquier manera que nos conecte con Él. En lugar de correr hacia amigas que te aconsejen equivocadamente, corre hacia Jesús. Él va a encontrarnos, hay que inclinarnos como María a los pies de Jesús. Pregúntale, llora, exponte tal y como eres ante su presencia, sé vulnerable y transparente con Él, teniendo la certeza de que Dios te escucha, está atento a lo que le dices, empatiza contigo, siente lo que tu sientes, te abraza y se conmueve profundamente por ti. Podemos confiar en Él y que en su presencia todo puede ser transformado, Él puede transformar nuestros corazones.


Correr y caer a los pies de Jesús, ahí es donde quiero estar. Ahí es donde mi dolor y heridas pueden ser transformadas en un milagro. Un milagro donde mi espíritu puede descansar, mis emociones pueden ser restauradas y mi situación puede ser redimida.


1ra de Pedro 5:7 nos enseña “Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en manos de Dios, porque Él cuida de ustedes.” En otras palabras, ¡Amiga, corre y cae a los pies de Cristo” Entrégale todo lo que eres, tienes y sientes. Él se preocupa profundamente por ti. Dios está presente en tu proceso y te ama incondicionalmente.


"Señor, queremos correr hacia ti, todo lo que somos y hemos vivido te lo entregamos. Caemos a tus pies una vez más y decidimos permanecer en tu presencia. Danos paz y descanso sabiendo que tú tienes el control de todas las cosas. Danos restauración en nuestra mente y corazón. Encuéntranos e interrumpe nuestras vidas para que puedan ser transformadas.

Te amamos Jesús, Amén."


Oro que Dios te de la fuerza, buen coraje y sabiduría que necesitas durante este proceso si te encuentras en una temporada difícil. Estoy contigo esperando y confiando en un milagro. Soy Lindsay Muñóz, y aprecio la oportunidad de compartir estas palabras contigo. Tengo la fortuna de estar casada con mi increíble esposo Mario, y juntos tenemos el honor de pastorear la increíble familia que es Más Vida campus Querétaro. Soy una madre biológica y adoptiva, y me siento muy orgullosa de ello. Tenemos 6 hermosos niños que siempre nos mantienen con los pies en la tierra y nos hacen tener una vida sumamente divertida. He caminado esta vida rodeada de alegrías pero también he derramado muchas lágrimas como tú. He aprendido que la mejor manera de enfrentar esas temporadas duras son corriendo hacia Jesús y rindiendo todo a sus pies.

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