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El amor de Dios en medio del dolor

Blog por: María Fernanda Jiménez de Más Vida GDL

 

Me gustaría comenzar este escrito diciendo que tiene un final feliz, pero no todo es color de rosa.

Tengo un año y medio de casada con mi mejor amigo de la universidad. Casarme con él es de las mejores decisiones que he tomado en la vida. Cuando recién comenzó el confinamiento por COVID, nos dimos cuenta de que todos los memes de bebés pandemials eran reales: estábamos esperando un hijo. Si eres mamá, has experimentado el nervio/la felicidad que se siente al ver el positivo en la primera, segunda y hasta tercera prueba. La felicidad no cabía en mí. Fui al doctor para confirmarlo y al preguntarle: «Doctor, ¿estoy embarazada?» él contestó con un «¡Claro!» que me llenó el alma. Lo habíamos soñado desde que éramos novios. Pasaron los días y comencé con náuseas y mareos, lo normal. Cuando me tocó chequeo semanas después, estaba yo con la barriga descubierta y llena de gel, y el doctor hacía el esfuerzo por encontrar algo. No vi nada. Me dijo que lo sentía, pero él no veía nada. Obviamente lloré, pero no estaba conforme y busqué una segunda opinión.

De nuevo me encontraba con la barriga descubierta y llena de gel —y con toda mi esperanza puesta en Dios— y vi una bolita del tamaño de una catarinita, según lo que la nueva doctora me dijo. Dos semanas después regresé para escuchar el latido de mi bebé, pero no hubo latido.


Creo que han sido los días en los que más cansada física, mental y emocionalmente me he sentido, pero también cuando más amada me he sabido. El embarazo terminó. Al salir del quirófano lo único que pude decir fue: gracias Dios.

Si tengo que decir en una palabra lo que significó este bebito en mi vida, sería: AMOR.


Hay 4 puntos que me han mantenido de pie en esta temporada:

1. Todo obra para bien.

Una y otra vez Dios se reveló a través de su Palabra.

“Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”. Jeremías 29:11


2. Paz que no puedo explicar.

Quise enojarme; quise reclamar, pero no pude. Era más el INMENSO AMOR y la PAZ que experimenté de parte de Dios. No sé cómo, pero mi recuperación física fue rápida. También creía que esto me iba a doler para siempre, pero cada día duele menos.


3. Hay esperanza.

No me rindo. Me di cuenta de que ser mamá es un anhelo de mi corazón y sé que Dios permitió esta situación para prepararme, para poder conocerme y conocerlo mejor, para amarlo y amarme más.


4. Dar gracias en todo tiempo.

¿Gracias por esta pérdida? Sí, gracias. A pesar del dolor, estoy profundamente agradecida y siempre lo estaré con Dios por su gran amor.


Si pasaste o estás ahora en esta situación, lo siento mucho. Entiendo perfectamente tu dolor. Pero, con el corazón alegre y lleno de esperanza, te digo que VAS A ESTAR BIEN. Dios es bueno y nos ama, algo bueno traerá esto para el futuro. Confía.



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